La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta
del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello
dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo,
abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo,
casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco,
sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las
diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de
fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y
remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo, lo malo es que justamente a
esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta
el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la
angustia al divino cohete, en la especulación de otro Cielo al que
también hay que aprender a llegar. Y porque se ha salido de la infancia
se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una
piedrita y la punta de un zapato.
El Cielo estaba en el mismo plano que la Tierra en la acera roñosa de los
juegos, y un día quizá se entraría en el mundo donde decir Cielo no
sería un repasador manchado de grasa, y un día alguien vería la
verdadera figura del mundo, y tal vez,
empujando la piedra, acabaría por entrar en el kibbutz.
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